domingo, 7 de noviembre de 2010

Páginas del Libro "YO" de Ricky Martin

Aquí fragmentos de la autobiografía en la que el cantante revela detalles de su homosexualidad. Acaba de salir a la venta en América Latina y EEUU.

El primer amor gay

"Nos conocimos en una estación de radio y desde el instante en que nos vimos fue un encontronazo de almas, por lo menos de mi parte. Yo estaba de viaje fuera de Los Ángeles y fui a la estación para hacer una entrevista. Apenas abrí la puerta del estudio, me encontré de frente con la mirada más hermosa que jamás haya visto. Era un tipo muy guapo, claro, pero yo había visto muchos tipos guapos en esta vida. Éste tenía algo especial, muy especial, y de inmediato fue como un imán que nos atrajo el uno al otro. Como si ya nos conociéramos de mucho tiempo atrás. Él me entrevistó para su programa y durante la entrevista yo me decía: "¿Estoy sintiendo vibra de su parte o son ideas mías? Si es verdad lo que estoy sintiendo, pues aquí voy sin miedo". En un momento mientras yo contestaba una de las decenas de preguntas tontas que me estaba haciendo (luego me confesó que las preguntas eran tontas porque no sabía qué más preguntarme de lo nervioso que estaba), me quedé mirándolo fijamente y cuando vi que él no bajó la mirada... ¡BUM! Me confirmó lo que estaba dudando. Intercambiamos teléfonos. Como yo estaba en ese momento en su ciudad, él comenzó a venir a visitarme al hotel y nos pasábamos horas y horas hablando de cualquier cosa. Ambos éramos fanáticos de la música, la literatura, el arte, y así se nos pasaba el tiempo hablando de una cosa y de otra. En un momento yo le enseñaba de música mientras él me hablaba de literatura, y luego a lo mejor se invertían los papeles. De inmediato tuvimos una conexión increíblemente poderosa, una química física e intelectual, estábamos en la misma frecuencia.


Así duramos el tiempo que duró mi visita a su ciudad, y durante ese tiempo prácticamente no nos separamos. Él en las noches se iba a trabajar en la radio y yo me quedaba en la cama escuchando su voz mientras él me tiraba mensajes sutiles a lo largo del programa. Fue algo muy especial, sobre todo porque yo siempre había sido el conquistador, el predador, el que iba y buscaba a la otra persona y le tiraba una flor o un piropo; tanto con mujeres como con hombres, yo siempre había sido el que acechaba primero.


Honestamente, nadie nunca me había mandado mensajes subliminales por la radio en vivo. Fue bastante original, y muy romántico. Durante el día yo me desdoblaba en mil maneras para cortejarlo, pero en la noche él contraatacaba en la radio. Sin que nadie más se diera cuenta, nadie más que yo, ponía ciertas canciones y decía ciertas cosas que sólo a mí me llegaban, que sólo yo podía comprender. Me gritaba su amor por la radio, pero lo increíble, lo poderoso, lo magnífico y devastador a la vez, era que sólo yo lo podía escuchar.

Luego de aquel tiempo compartido yo me regresé a mi casa pero seguimos a distancia durante un tiempo. No era fácil porque la mayoría de los fines de semana uno de los dos tenía que subirse a un avión y viajar horas para ver al otro. Pero me gustaba mucho. Una vez hasta le propuse dejarlo todo para que nos fuéramos juntos a vivir a algún lado... a donde fuera, a Asia, Europa. Éramos jóvenes y yo de verdad pensaba que lo mejor sería dejarlo todo e irnos a vivir juntos. No me importaba ni mi carrera, ni tener que decirle al mundo entero que era gay, no me importaba nada.
Pero él no quiso. Y así me lo dejó saber:

-Tú tienes tu misión muy clara, Ricky; está clarísima. Tú mueves masas, tú llegas a la gente, tú estás mucho más desarrollado que yo para alcanzar lo que deseas hacer con tu vida. A mí me falta mucho, y si en un futuro algo pasa, tú vas a achacarle lo negativo a esto, a mí, a que yo te detuve... Yo no puedo permitir que eso suceda.

En aquel momento sus palabras me conmovieron muchísimo, pero intenté decirle, de todas las maneras posibles, que lo intentáramos. Pero no hubo caso. Y en últimas creo que fue muy sabio de su parte. Hoy en día creo que él simplemente no estaba listo para la relación que yo quería tener con él. Quizás yo lo quería más que él a mí, o tal vez él todavía tenía que encontrarse en muchos aspectos. Quién sabe. Pero sea cual sea la razón, nos sacudimos el uno al otro; dejé de temerle a mi sexualidad, y estaba dispuesto a afrontarla y anunciársela a quien fuera. Incluso fue por ese amor que yo le dije a mi madre lo que me pasaba, pero fue ya al final de la relación, porque ella notó que yo estaba triste.

-Kiki, ¿tú estás enamorado? -me preguntó.

-Sí, mami, estoy enamoradísimo -le respondí.

-Aaaah -me dijo-. ¿Y estás enamorado de un hombre?

-Sí mami, es un hombre.

Pero cuando terminó la relación, me convencí de que quizás ése no era mi camino. Me dolía el alma: me sentía rechazado, solo, triste. Tanto dolor no parecía natural, entonces mi instinto fue reaccionar y autoconvencerme de que estar con hombres era un error. Así que me encerré aún más en mí mismo y volví a salir con mujeres con la esperanza de que en una de ellas por fin encontraría el verdadero amor. Aunque mi instinto es pensar lo diferente que habría sido todo si hubiera decidido asumir mi sexualidad en esa época de mi vida, en realidad me doy cuenta de que no sucedió porque simplemente no era mi momento y todavía me faltaban muchas cosas por vivir antes de llegar a ese punto.

La magia de Robi Rosa

Antes de llegar a Los Ángeles, yo ya había sacado mi segundo disco, titulado Me amarás. Como el primer disco vendió bastante bien, unas 500 000 copias, la disquera decidió que para Me amarás era importante que yo trabajara con uno de los productores más respetados de la industria, Juan Carlos Calderón. Juan Carlos es una persona excepcional, que yo respeto y admiro profundamente. Desde el día en que empezamos a trabajar juntos yo me sentí muy agradecido por la oportunidad de colaborar con semejante persona. Para mí fue una gran educación trabajar con un profesional de su calibre, pero para ser sincero, yo siempre sentí que ese disco no fue mío, sino suyo. Yo le presté mi voz. El álbum me gustó y los críticos hablaron muy bien del disco, pero no era el sonido de Ricky Martin, y aunque el disco era de todos modos muy bueno de un punto de vista musical, el público reaccionó a eso.

Hoy en día escucho el disco y aunque siento que mi voz ya no tiene nada que ver con lo que era en ese entonces, puedo decir que me siento sumamente orgulloso de lo que fue esa producción. Hay quienes quizás se hubieran sentido frustrados con la experiencia, desilusionados con que el disco no sonara como algo propio. Pero creo que en ese momento -y gracias a mis experiencias pasadas- pude tomar la suficiente distancia para comprender que Me amarás era un paso más en mi carrera, no era lo que la definiría.

Hay veces en las que vale más la experiencia que el producto final, y puedo decir que ésta fue una de ellas. La experiencia de trabajar con Juan Carlos fue absolutamente increíble; aprendí mucho desde un punto de vista musical y técnico, pero también me sirvió para darme cuenta de que no quería volver a hacer un disco que no sintiera como propio. Cuando estás rodeado de tanta gente sumamente talentosa, es fácil comenzar a dudar de tus propias preferencias artísticas. Pero para ser un artista realmente original, es necesario permanecer fiel a ti mismo. Y ésa fue la lección que aprendí. Mi siguiente disco tendría que ser completamente mío.

Por lo tanto, ya viviendo en Los Ángeles, empecé a trabajar con K. C. Porter, un gran productor de discos, y Robi Draco Rosa, un ex compañero mío de Menudo. Draco siempre fue muy talentoso como músico, como cantante y como artista. Era alguien que yo siempre había admirado y fue muy grato ver cómo el destino se había encargado -hasta el día de hoy- de volvernos a reunir. Draco ha sido el productor de varios discos y cuando trabajamos juntos es algo fuera de serie, a pesar de lo diferentes que somos. Tal como lo puso él alguna vez en una entrevista: "Ricky Martin y yo somos como Julio Iglesias y Sid Vicious". Lo que él hace conmigo no tiene absolutamente nada que ver con lo que él hace con su propia música y sus propias presentaciones en el escenario, y ésa es una versatilidad que no tienen muchos artistas. Sabe darme exactamente lo que yo necesito cuando lo necesito. Me atrevería a decir que muy pocos artistas pueden hacer eso. De esa primera colaboración con Draco y K. C. Porter nació A medio vivir, el álbum que contenía la famosísima "María", una canción de la cual estoy más que orgulloso; fue, al fin y al cabo, la canción que me catapultó al estrellato, transformando mi vida para siempre.
En la vida siempre existe la tentación de querer tenerlo todo inmediatamente, ahora, ya. Cuando vamos tras un sueño y lo vemos todo tan claro, lo normal es querer que se haga realidad de inmediato, o por lo menos lo antes posible. Pero como todos sabemos, las cosas nunca son así de simples. El camino para llegar a lo que se desea está lleno de obstáculos y etapas, y a cada paso hay una lección que aprender. Si yo no hubiera aprendido lo que aprendí con Me amarás, quizás jamás habría estado listo para colaborar con Robi y K. C. y hacer lo que hicimos juntos en A medio vivir. Fue un álbum que cambiaría mi vida de muchas maneras, aunque en ese entonces yo todavía no lo sabía.

Las presiones

Tal vez el momento que mejor ejemplifica todo esto de los rumores que estaban revoloteando y del daño que me hacían es aquella famosa entrevista con Barbara Walters. En los Estados Unidos, Barbara Walters es una periodista muy conocida por sus entrevistas a las personas más famosas y poderosas del mundo, y por su capacidad única de sacarles detalles personales que jamás han revelado.

Su larga lista de entrevistados cuenta con presidentes, reyes, ricos, celebridades y criminales. La mía fue televisada durante la noche de los premios Oscar, el domingo 26 de marzo de 2000. En ese momento yo era posiblemente uno de los latinos más reconocidos del planeta, y con toda la promoción que llevaba haciendo durante los últimos cuatro o cinco años, estaba completamente sobreexpuesto. El álbum Ricky Martin y la canción "Livin' la vida loca" seguían vendiendo como pan caliente y yo en ese momento estaba en medio de una gira mundial de conciertos. El show de Walters solía ser una parte muy esperada de la programación en una de las noches de mayor audiencia en todo el año.

La entrevista se hizo en Puerto Rico. Después de pasear un poco por la playa, nos sentamos en un patio para hacer la entrevista. Allí me hizo preguntas sobre mi éxito, mi vida como cantante, mi familia y, como buena cazadora que es, cuando menos lo esperaba, me hizo la pregunta que más temía: me preguntó sobre mi sexualidad.

Yo le contesté como acostumbraba responder a esa pregunta: le dije que se trataba de mi intimidad y que por eso no era asunto de nadie más. Pero en lugar de aceptar la respuesta y seguir adelante con la entrevista, ella se empecinó en seguir indagando. En cierta forma entiendo que estaba haciendo su trabajo, pero me presionó mucho, quizás pensó que podría sacarme una "confesión" para el programa. No sé. Pero el caso es que no le di lo que quería. Me mantuve firme en mis respuestas -lo más que pude- pero recuerdo que empecé a ver todo borroso y el corazón se me aceleró. Me sentía como un boxeador a quien le acababan de meter un golpe decisivo; tambaleando, defendiéndose, pero ya estaba noqueado, esperando caer. Pero no caí. No sé cómo hice, pero me mantuve firme. Ahora mientras lo escribo, me río, y no sé si esa risa viene de nervios o porque con el paso del tiempo me hace gracia lo ridículo de la situación, pero la verdad es que no puedo sino reírme.

Años después, Barbara reconoció que tal vez no debió hacerme esa pregunta y que se arrepiente de haberlo hecho. Aunque lo pasado ya pasó, la verdad es que yo le agradezco profundamente el gesto, pues para mí hoy en día significa mucho que ella entienda que en ese momento yo simplemente no estaba listo. Aunque existían todos los rumores, por más insoportables que fueran a ratos, en mi cabeza las cosas todavía no estaban claras y salir del clóset ni siquiera era una opción. La presión exterior no hizo sino aumentar mi angustia y en lugar de acercarme a mi momento, al día en que me sentiría cómodo para revelarle al mundo mi verdad, me alejó cada vez más. Cada episodio de este estilo me hizo enterrar mis sentimientos aún más en el intento de ahogar mi dolor.

Hoy en día pienso en lo fácil que hubiese sido decir que sí, y sentirme orgulloso de quien soy. Aunque en realidad yo nunca mentí, simplemente no contesté. Fui muy torpe, y ahora me doy cuenta de que era algo tan simple. Era como que me estaba ahogando en un vaso de agua, pero en ese momento yo no lo veía ni lo vivía de esa manera. No importa cuántas vueltas le dé, el verdadero fondo del asunto es que aún no era mi momento. ¿Por qué? Porque no. Simplemente no lo era.

La verdad, por los hijos

Fue hace más o menos cinco años que yo realmente comprendí, y sentí en lo más profundo de mi ser, que estaba listo para aceptar mi verdad. Había tenido tiempo para reflexionar, enamorarme, desenamorarme y vivir lo que tenía que vivir. Hasta ese entonces, aunque muy en el fondo de mi alma sabía cuál era mi verdad, no la asumía y no sentía ninguna necesidad de decírsela al mundo. Por un lado sentía que no era asunto de nadie más, y por otro simplemente no veía en qué me iba a cambiar. A pesar de la fama, y aunque parezca que yo vivo una vida en la mira del público, la verdad es que mi vida personal la vivo en la privacidad de mi casa, rodeado de mi familia y mis amigos que también considero como familia, muchos de los cuales conozco desde hace décadas. Y como en mi entorno ya todo el mundo sabía y me aceptaba, entonces yo no veía la necesidad de decirle a nadie más. Aparte, el hecho de que todo se tuviera que vivir a escondidas le ponía cierto picante, cierta intriga a la situación que, no voy a negar, también me gustaba.

Aunque yo me sintiera cómodo con mi gente, yo creo que no quería decírselo a nadie más porque me daba miedo pensar que no sería aceptado. Pensaba: mi familia y mis amigos me aceptan porque me quieren, pero ¿y el resto del mundo qué? ¿Me va a juzgar? ¿Van a dejar de comprar mis discos? ¿Me van a rechazar?

Como artista, uno siempre busca la aceptación y adoración del público. Entonces yo me preocupaba porque pudiera afectar mi carrera. ¿Qué iba a pasar si yo dejaba de vender discos? ¿Y si nadie iba a mis conciertos? ¿Entonces tendría que dejar de hacer lo que más quiero? Hoy en día me doy cuenta de lo absurdo de esas preguntas, pero en su momento, me parecían completamente válidas e importantes. El mundo ha cambiado y para muchos la sexualidad de un artista no cambia en nada la manera en que es percibido. Pero como yo estaba sufriendo, sólo veía las cosas que me causaban miedo. Y como me daba miedo salir y decirle al mundo mi verdad, me llenaba de razones para no hacerlo.

Mucha gente a mi alrededor -mis amigos, mi familia, mis colaboradores- también tenía miedo. Aunque sé que todos quieren lo mejor para mí, muchos se sentían nerviosos de pensar en cómo todo esto me podía llegar a desestabilizar, no sólo desde un punto de vista profesional, sino también personal. Varios me sugirieron que no lo hiciera, que no había necesidad, que mi sexualidad es asunto mío y de nadie más. Y aunque hasta cierto punto tienen razón, dentro de esa razón también había una pequeña dosis de prejuicios que son sumamente dañinos. A pesar de todos sus consejos y su amor, por una vez tenía que pensar en mí, sólo en mí, y escuchar lo que me estaba intentando decir el silencio.

Así lo hice. Así pude ver mi realidad de frente.

Entonces, a partir del momento en que acepté esa realidad, comencé a buscar la manera de comunicársela al mundo. Todavía no sabía cómo iba a ser, si a través de un concierto, una carta, un libro o una canción. En ese momento, yo tenía una frase que me repetía a mí mismo como mantra, que decía: "Dios, cosmos o como quiera que te llames, enséñame la mejor manera de hacerlo". Me lo repetía todos los días y mantenía los ojos abiertos. Intentaba visualizar el momento y todo ese proceso de búsqueda me fue acercando cada vez más a mi realidad.

Empecé a hacer algunos cambios. En mis conciertos, en la gira Blanco y Negro, comencé a introducir palabras y frases que hablaban de lo que estaba viviendo. Hicimos un video en particular en donde mi piel "habla" a través de mis tatuajes y van apareciendo palabras como "acéptate", "cambia tu vida", "ama", "descúbrete", "cuestiónate", "perdónate". Eran palabras que iban enfocadas a mi público, yo quería inspirar todo eso en ellos, pero también en mí. Estaba pasando por un proceso de renacimiento y cada cosa que hacía la hacía con el deseo de sacar a la luz mis secretos y mis angustias para reconectarme con quien soy.

Cuando nacieron Matteo y Valentino, me di cuenta de hasta qué punto me era necesario encontrar transparencia y verdad en mi vida. Aunque cada día yo me sentía más y más en paz conmigo mismo porque sabía que estaba buscando la manera y esperando a que llegara mi momento, el nacimiento de mis hijos definitivamente aceleró el proceso. Cuando por primera vez los tuve entre mis brazos no sólo comprendí lo bella y sencilla que puede ser la vida, sino que sentí la necesidad de ser transparente con ellos. Me di cuenta de que lo que más deseo en el mundo es que ellos vivan unas vidas completamente libres, y que donde sea que estén siempre se sientan orgullosos de ser quienes son. Y para poder enseñarles eso, tenía que empezar por casa. Yo no voy a vivir una mentira y mis hijos tampoco. No quiero que mis hijos tengan que mentir por mí o vivir con los ojos tapados. Quiero ser honesto con ellos para que ellos puedan ser honestos con el mundo. Matteo y Valentino son mis ángeles, mis angelitos, son mis hijos, y por ellos yo sé que soy capaz de hacer cualquier cosa. Hoy en día sé que tengo que estar equilibrado y feliz con quien soy para que ellos me admiren y comprendan que su papi los ama con el alma. Porque si no lo hago, los estaría enseñando a mentir y a esconderse del mundo en lugar de enfrentarse a él con todo la fuerza y el orgullo de ser quienes son.

Mis hijos crecerán y eventualmente irán a la escuela, y ahora siento tranquilidad de saber que nunca van a tener que mentir por mí. Cuando los amiguitos les pregunten por su papá, ellos podrán explicarlo, sin censura, sin miedo. Quiero que estén orgullosos de su padre, así como yo siempre me sentiré orgulloso de ellos, sea lo que sea que la vida les traiga o lo que decidan hacer con sus vidas.

Ése es el mundo que yo estoy creando para mis hijos -y sé que somos muchos los que estamos creando una nueva generación que conocerá el verdadero significado de la aceptación y la tolerancia, y que desconocerá el significado de la palabra prejuicio. Es un mundo donde de verdad no importa si uno es bisexual, homosexual, heterosexual o transgénero, y cada cual es lo que es.

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